Dijo madera y cayeron los bosques.
Dijo miedo y el mundo fue quimera.
Escondida bajo la tierra, la nieve
derritió la noria de los cielos.
Ningún lugar quedó al descubierto.
Las aguas cubrieron toda la casa
de extremo a extremo, de hueco a hueco,
dejando que las olas tropezaran
con la estatura de la muerte.
El asombro empieza en el abandono.
La arena, Madrid, Torremozas, 2007.
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