Regresar es ver el dolor al otro lado.
No avanzar ni retroceder. Comprender despacio.
La voz despeñada como un río corriente abajo
llegando a duras penas. Escuchar su caída.
Un golpe húmedo y oscuro
que deja al cuerpo despierto sin orilla
Y es fría la noche ajena que le arropa
la penumbra que vence los ojos sin lenguaje.
En la memoria todo se vive, nada vuelve.
Irse es olvidar lo que no se recuerda.
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